Son muchos los pensadores y críticos del mundo contemporáneo dentro del ámbito de la sociología, la filosofía, la economía o la arquitectura, los que hablan de la necesidad de reflexionar sobre la importancia que tiene la manera en que concebimos el tiempo, el ritmo de las actividades cotidianas de las personas hoy en día y cómo esta concepción influye en la toma de decisiones respecto a la planificación y construcción del mundo del mañana a nivel estratégico urbano, sanitario o financiero. La importancia de este discurso radica en el impacto que puede generar lo que hacemos o dejamos de hacer hoy para las generaciones futuras. Una concepción del tiempo a corto plazo alimenta la satisfacción inmediata, la comodidad, la individualidad y la ilusión de confort y bienestar con poco esfuerzo y poco tiempo de espera. Una concepción del tiempo a largo plazo implica planear y trabajar sabiendo que quizás lo que se haga hoy rendirá frutos en un momento en que ya no estaré para verlo pero que contribuirá a construir un puente de sostenibilidad duradero; implica también imaginar a nuestros descendientes como herederos de nuestras acciones presentes y a nosotros mismos como antepasados potenciales, dadores de un tipo de legado histórico y material para las generaciones futuras. El tiempo a corto plazo nos separa de los ciclos naturales; el tiempo a largo plazo nos reconecta con los ciclos y la espera.
El cortoplacismo, el “pensamiento catedral” y el diseño del futuro son algunos de los conceptos que se manejan en este ámbito interesado en reflexionar sobre cuáles son las estrategias de fondo que implica construir una vida sustentable en épocas de pandemia, de crisis climática, de pérdida de biodiversidad, de bioterrorismo y de inteligencia artificial.
Vivir pensando a corto plazo es la tendencia más habitual de nuestro estila de vida contemporáneo que promueve la satisfacción súbita de nuestros deseos, que tapa los vacíos existenciales a través de la desconexión de nuestro ser a través del mercado. Por su parte, el “pensamiento catedral” aboga por retomar los grandes proyectos que toman mucho tiempo (muchos siglos) en realizarse por completo. Dicho pensamiento invita a pensar a largo plazo y la época contemporánea nos interpela, con sus crisis actuales, a acudir a este tipo de pensamiento que nos lleve a crear grandes proyectos a futuro que remedien, con bases firmes, las problemáticas de hoy.
“El pensamiento catedral es la capacidad de concebir y planificar proyectos con un horizonte muy amplio, tal vez décadas o siglos por delante y, por supuesto, se basa en la idea de las catedrales medievales. En Europa, la gente comenzaba a construirlas y sabía que no las verían terminadas en el transcurso de sus vidas.”
En arquitectura y urbanismo, el “diseño futuro” es una propuesta que se alinea con la idea de pensar a largo plazo, de imaginar cómo será la vida, las condiciones y las necesidades de la humanidad y del planeta Tierra en 100 o 200 años. Suena mucho tiempo pero las catedrales tardaban hasta 9 siglos en construirse. El “diseño futuro” se constituyó como un movimiento en Japón que se inspira en la práctica que algunas comunidades aborígenes de Estados Unidos tienen respecto a sus procesos para tomar decisiones que generarán impacto en las siguientes generaciones. La tendencia aborigen, y ahora del movimiento social, consiste en invitar a los habitantes de las localidades involucradas a discutir y diseñar los planes para ese lugar, apelando a los ejercicios de imaginación del futuro para las generaciones venideras, obteniendo como resultado planes más radicales y transformadores pensados a largo plazo.
Un claro ejemplo de diseño futuro es la propuesta de ciudad inteligente Woven City de Toyota que se encuentra en proceso de diseño para después materializarla como laboratorio viviente de 70 hectáreas aproximadamente, en las faldas del Monte Fuji, en Japón. Este proyecto tiene como motor fundamental la exploración de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana, no desde escenarios ficticios sino en el día a día de las personas, en contextos cotidianos. Fomenta como pilares clave el acercamiento social y la formación comunitaria, la interconexión de los humanos con la naturaleza y el uso de la tecnología en su máxima expresión como parte de la vida de todos los días en modo sustentable. A la vez, la movilidad personal, los vehículos autónomos, la robótica, los hogares inteligentes, la salud, la naturaleza, las estructuras de energía de hidrógeno, la investigación académica y la colaboración entre industrias son aristas que rigen el proyecto y desde las cuales se imagina y se construye un modelo de vida a largo plazo, poniendo en el centro de interés la vida de las personas en íntima relación con la vida del planeta. Es esta una manera en que podemos pensar estrategias esperanzadoras desde nuestra trinchera arquitectónica.
Por Consejo Editorial de ULC
Bibliografía recomendada: The Woven City. https://www.esmartcity.es/2020/01/10/woven-city-ciudadfuturo-conectada-sostenible-japon-concebida-laboratorio-desarrollarnuevas-tecnologias